25 de octubre de 2012

La vida dentro de una botella de Jack Daniels sabe mejor.

Esta entrada es producto de haber dormido una siesta de las de despertarte y mirar que día de la semana es, y por la noche no tener sueño. Necesito que entendáis lo que a continuación os voy a relatar para que podáis entender mis siguientes entradas. Y sin más dilación, me sumerjo en mi cerebro para que entendáis parte de mi filosofía:

Si se analiza partiendo desde la ventaja de la distancia que proporciona el paso del tiempo, somos imbéciles. Nos regimos por las dos leyes más contradictorias de Barney Stinson: the new is always better y the old is always better (lo nuevo siempre es mejor y lo viejo siempre es mejor). Y me explico: fijaos en esa persona que llega nueva a nuestra vida y nos engatusa, nos enamora, nos encandila...¿cuántos de vosotros habéis pensado que era el amor de vuestra vida, aún teniendo 15, 16, 17, 18 años? Todos, ¿verdad? Nos creemos que esa persona es mejor que todo nuestro pasado y no concebimos un futuro sin ella. Pero, ¿y qué pasa cuando tenéis algo con esa persona y luego lo dejáis? Acabamos pensando que no era tan estupenda esa persona y, finalmente, acabas comparándola con otra relación anterior; y, ¡qué casualidad! Siempre ganan (o suelen ganar) las relaciones anteriores.
Y así pasas de creer que lo nuevo es lo mejor a pensar que lo mejor es lo que ya ha pasado.
El error reside cuando intentas comparar las relaciones. El amor es tan subjetivo, tan abstracto, que no es comparable. El ejemplo contrario perfecto, el que es totalmente tangible y para nada subjetivo, es el whisky. Hay whiskys y whiskys, te puede gustar solo, con o sin hielo, con cocacola, fanta o redbull, pero lo que nadie puede negar es que, cuanto más viejo, más bueno está. Nadie puede comparar un Jack Daniels, Bourbon de Tennessee con el whisky palero de 4€ la botella del Mercadona.
Sin embargo, las relaciones no se pueden comparar. Nunca lo que has vivido con una persona podrás repetirlo totalmente con otra años más tarde, y tampoco de forma parcial te sirve, porque igual por un detalle es por lo que se decidiría la comparación. Las relaciones son de ese tipo de cosas que se tienen y se aprovechan, no se analizan ni comparan.
Nos pasamos la vida pensando y comparando, analizando y racionalizando todo lo que nos rodea, en lugar de exprimir lo que tenemos y aprovechar el jugo que gotee de ella.
Sin embargo, ha habido un momento en mi vida que me ha impulsado a dejar de lado todo frío cálculo para controlar mi vida (este momento es a lo que me refiero al principio de la entrada cuando digo que es para que entendáis mis entradas futuras). Mi vida será como yo quiera que sea pero, sin dejar flecos sueltos, no sería vida, sería un trabajo o una obligación.
Y, creedme, he aprendido a sacarle hasta la última gota a las botellas de Jack Daniels.

No hay comentarios:

Publicar un comentario